Qué buena película!
Descansando en la sala, la película de suspenso me mantiene el corazón a mil por hora ... ¿y él? ¿Qué siente? ... ¡nada!
Inmóvil, inmutable, totalmente ajeno a la situación se limita a percibir los latidos de mi corazón que en un concierto de tamborileos incesantes vibran a la espera de cada escena de suspenso recreada por Nicole Kidman.
En ratos siento la curiosidad de preguntarle si no podría solidarizarse con mi emoción pero sé que no me va a responder, él espera con ansias a otra persona, “esa sí que es una verdadera emoción” pienso que me va a decir, y va frustrar todos mis intentos por captar su atención con mi peliculilla insignificante.
En eso hace su aparición el personaje tan esperado, noto que sus latidos se aceleran, puedo percibir su alegría aunque no me lo diga, siento como se estremece de felicidad al oír su voz ... “ ¡sí! ¡llegó papá!” Me dice mi bebé dentro de la panza, con unos golpecitos muy perceptibles propios de sus cuatro meses y medio de gestación.
Es así como cada necesidad de mi bebé es toda una emoción para mí, por que sin haber salido del vientre y aún terminando de formarse, logra comunicarme lo que siente de una manera que sólo él y yo estamos totalmente calificados para transmitir y entender.
Desde el hambre hasta el cansancio; desde su alegría hasta un “ ¡abran campo que estoy creciendo! ”; cada ser humano desde el vientre materno se hace entender de una manera totalmente singular e inimitable.
Sé que su llanto al nacer no va a ser motivo de tristeza alguna por que va a ser su primera forma de comunicación fuera de mi vientre.
El primer mensaje audible que va a dar a entender que está sintiendo cosas que antes no había sentido y que todas estas sensaciones le asustan pero que espera oír mi voz para que todo vuelva a estar bajo control.
Después de todo ha oído mi voz durante 9 meses, así que se considera presidente, secretario, tesorero y único integrante del fan-club de mamá a quien reconoce con solo escuchar su voz que funciona como tranquilizante sin prescripción para un asustado recién nacido.
Durante todo este tiempo he devorado toda la información que he podido en Internet, pesquisando pistas que me ayuden a resolver el misterio del lenguaje de este pequeño ladrón de corazones.
He aquí una hipótesis de cómo llegará a decir “mamá” dentro de un tiempo
6 meses:
¡A buscar la filmadora, la grabadora y hasta la cámara fotográfica! ¡Cómo es posible que los medios se pierdan este evento de suma importancia!
Mi niño acaba de balbucear ¡¡¡“abuuuuuuuuuu!!!”
será que quiso decir ¿abuelo? ¿abuela? ¿¿Aburguesamiento??.... ¡por Dios! ¡Mi niño es un genio!
Pero la Google me despeja todas estas emocionantes ilusiones explicándome que es normal que mi bebé a partir de los seis meses ejercite sus cuerdas vocales haciendo toda clase de sonidos incomprensibles llamados balbuceos gorjeos o lalaciones también me explica que cuando mi chiquitito comience a balbucear intencionalmente en respuesta a mi voz, llamaremos a este proceso ecolalia o preparleta......
¡bueh! De todos modos... ¿¿no es un niño disciplinado??
¡Él entrena duro sus cuerdas vocales!
- 1 año:
Se acerca su cumpleaños, su primer añito y hasta ahora he podido darme cuenta que el “¡eeeh!”, el “¡abuuuuuuu!” y el “¡¡aiiaaa!!” se aplican a cientos de peticiones.
Y si se trata de la leche, ni hablar: es cuando exhibe todo un repertorio de sus últimos éxitos en balbuceo, que por supuesto dejan derretida a la mamá, que anda como loca preparando todo para la fiesta infantil.
Llega el tan esperado cumpleaños, le hacemos su fiestita y escucha un “cumpleaños feliz” y un “happy birthday to you” que es del todo incomprensible para él.
Pero veo brillar sus ojitos como dos guapurus después de un aguacero a la vez que dirijo mi mirada hacia el objeto que llama tanto su atención: un juguete con sonidos de animalitos y luces capaces de sacar de concentración al mismísimo Gandhi.
Mi bebé mira el juguete y me mira a mí; en estos doce meses ha desarrollado una comunicación no verbal que consiste en mirar al objeto que desea y luego dirige sus ojitos hacia mí esperando que yo se lo alcance.
Obviamente se lo alcanzo y aunque todavía no comprende la finalidad de tanto ruido visual en un solo juguete, a él simplemente le encanta ... ¡lo sé porque ya sonríe!
- 2 años:
No hay duda, mi bebito es el niño más inteligente de este mundo (y sus alrededores)... entiende mucho de lo que yo le hablo, sabe cuando mamá o papá no quieren que haga algo, sabe reconocer a sus abuelitos, pronuncia muchas palabras básicas ya dice mamá, papá y pide “po favó”.
Obviamente con todo mi orgullo de madre me atrevo una vez más a aventurarme en la red, buscando la existencia de otros niños “superdotados” como el mío, después de todo, mi bebito hasta dice “gazias”.
Pero la Google una vez más me informa del progreso TOTALMENTE NORMAL de mi pequeño que según lo que leí en la red está aprendiendo a relacionar palabras de dos en dos, de acuerdo al lugar y la situación en que fueron pronunciadas.
Otra cosa interesante que leí, es que estas combinaciones no son imitaciones del habla adulta, ya que los adultos nunca hablan así , ni se producen al azar, sino que están organizadas con una gramática infantil que es bastante diferente a la de los adultos, son creaciones originales de los niños...
mmm... tiene derechos de autor desde sus 2 añitos.
- 3 a 4 años:
Mi Carlitos ya sabe decir “Mami quiedo eche”, “miá papi, ta voando eze muziegalito”, “teno chueño”, “un, do, té, cuato, chinco... ya ño me acuedo”, y una serie de frases increíbles para su edad o al menos eso pienso yo hasta que me topo con mi amiga doña Google, que me informa sobre 5 puntos interesantes propios de esta etapa:
- El vocabulario pasa de unas cuantas palabras a varios cientos.
- Las frases se hacen más largas y complicadas.
- Se incluyen preposiciones en las frases.
- Aparecen el género y el número en las palabras.
- Aparecen los artículos.
Y todas estas frases son totalmente normales a su edad.
Sobre todo cuando los libros de cuentos sobran en la casa.
Le encantan los juguetes didácticos con formas y colores llamativos, claro que después deja el medio desorden de cubos, cilindros, pirámides, etc, que la mamá se preocupa de no recoger para que él pueda adquirir responsabilidad y tenga una mamá con la columna sana.
Además no le gustó la versión tradicional de la caperucita así que con la escasa creatividad de su mamá en un intento por introducirlo al mundo de la lectura, se quedó con la versión de que la caperucita terminó siendo una espía comunista encubierta que trataba de salvar al pueblo de las fauces del lobo gubernamental... tampoco entendió mucho, pero le gustó más.
- 5 años:
Mi bebito ya entró al jardín de niños y con un nudo en la garganta le digo en su primer día que no llore; él, muy sereno me responde: “mamita ya van trej vecej que te digo que no quiero llorar” ... tiene razón, aquí quien llora a lágrima viva soy yo y él me presta su pañuelito.
Es en realidad un niño muy inteligente está entrando al kinder con conocimiento de lectura y escritura, como quien dice: “¡¡lej va a dar tunda a suj compañeroj!!”.
Pero ya dije que voy a dejar que se tome su tiempo en el kinder; si algo me enseñó la odiosa Google es que mi niño en este tiempo necesita sentirse libre para descubrir y aprender a relacionarse con otros niños jugando haciendo cosas de su edad.
Además ya dice frases con mucha coherencia, su ceceo ya no existe y tiene un rico vocabulario para su edad.
Algo que no me enseñó la Google es la cantidad de cosas que iba a sentir viendo a mi niño crecer, formándose como alguien singular con sus propios gustos y aficiones.
No me dijo cuánto me iba a emocionar cuando lo viera sentir verdadero amor por la música, ni cuánto iba a gritar apoyándolo en su primer partido de fútbol y nada podría prepararme para la emoción de recibir un pedacito de cartulina doblado en dos, con una carita feliz y un “¡¡¡FELICIDADES MAMÁ!!!”.